Perspectivas de los mercados emergentes ante un dólar debilitado

2022 ha sido un año convulso para los mercados emergentes. El conflicto en Ucrania y su repercusión en los precios de las materias primas fue unos de los detonantes a una inflación mundial no vista en muchos años, generando un cambio de paradigma a las políticas monetarias de los bancos centrales a nivel global.

Tampoco faltaron eventos idiosincráticos con menor o mayor impacto a nivel global como las decisiones heterodoxas del banco central turco, la evolución del sector inmobiliario chino, las elecciones en Brasil o la inestabilidad política en Perú, entre otros.

En este entorno de risk-off y la contracción de las condiciones financieras por parte de la Reserva Federal, propiciaron un fortalecimiento del dólar llevando en muchos casos a una debilidad en las monedas emergentes, salvo en algunos casos puntuales como el lari georgiano o el real brasileño.

Otro punto destacable es que la financiación en moneda fuerte (normalmente dólar) en mercados primarios de la mayoría de emisores emergentes cayó de forma abrupta en 2022 respecto años anteriores.

Para los emisores de alta calidad fue debido al aumento significativo del coste debido a los tipos más altos y a unos diferenciales más amplios por una mayor aversión al riesgo. Esta última provocó adicionalmente que los emisores de una calidad más baja tuviesen virtualmente el mercado cerrado.

En esta tesitura, no es de extrañar que las rentabilidades del año dejasen bastante que desear para los inversores en euros o dólares, a pesar de que existieron algunas excepciones, sobre todo relacionadas con las materias primas.

Para 2023 es fácil vislumbrar un año con rumbo incierto, aunque no necesariamente negativo. Algunos de los acontecimientos más relevantes del próximo año podrían ser las políticas de China respecto al Covid y al posible rescate del sector inmobiliario, pudiendo tener ramificaciones importantes, tanto desde el punto de vista del propio crecimiento chino o al precio de las materias primas por el lado de la demanda. Por el lado de la oferta, además de las habituales decisiones de la OPEP deberemos observar la evolución del conflicto Ucraniano.

La evolución de las materias primas impactarían en la inflación global y, en consecuencia, a las políticas monetarias de los bancos centrales. Junto a las perspectivas o materialización de una posible recesión podría propiciar un cambio de ruta en la actuación de la Reserva Federal, que a su vez podría llegar a hacer retroceder el dólar y permitir a algunos emisores volver a acudir al mercado, entre otros efectos.

En los mercados emergentes la política suele ser fuente de volatilidad y dadas las situaciones en países como Perú o Brasil, y siendo año de elecciones en Turquía, las idiosincrasias a nivel local añadirán un factor más a observar.

A pesar de que ya podemos imaginar un año complejo, las valoraciones de varios activos después de las fuertes correcciones de 2022 dan lugar en nuestra opinión a binomios de rentabilidad/riesgo interesantes, haciendo que veamos probable un año con rentabilidades positivas generalizadas en los mercados emergentes y con oportunidades que se pueden explotar con una buena selección activa.

Consulta la entrevista online en el siguiente link: Rankia Pro

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